DESCUBRIENDO EL TAROT PARTE III
EL ORIGEN
No hay una certificación exacta del origen concreto de la creación de las cartas de Tarot, de hecho se ha creado a su alrededor cierta contradicción entre diferentes posturas. Hay quienes creen que su origen se halla en el antiguo Egipto, en el llamado “Libro de Thoth”, en los jeroglíficos que el maestro y sabio egipcio, Hermes Trimegisto hizo grabar en sus láminas de oro.
Se cuenta que en Egipto, existían unas salas subterráneas
donde sometían a una serie de pruebas a los aspirantes en Tratados de
Iniciación. Una de estas pruebas para aspirantes, consistía en el estudio de
las láminas que estaban en las paredes de dichos pasadizos subterráneos,
láminas que correspondían a los Arcanos Mayores. Solo su conocimiento, suponía
la superación de esta prueba.
En la China
de 1120 d.C., por orden de Huei-Sang, emperador de la época, se cree que Las
Cartas, tuvieron su invención.
Fue más tarde, allá por el año 1228, cuando se empezó a
conocer la existencia de las “Carticellas”, unas láminas con las que los
italianos instruían en conocimiento y valor espiritual, a los jóvenes de cierto
rango.
Por miedo a que las guerras o alguna catástrofe, pudiese
malograr los conocimientos obtenidos hasta entonces y con objetivo de superara
las barreras de los muchos idiomas existentes, un grupo de científicos de todas
partes del mundo, se dio cita para acabar creando un libro ilustrado, del cual
surgieron las simbólicas Cartas del Tarot. Cartas que en aquel momento sólo los
sabios podían descifrar. Todo esto se cree que ocurrió alrededor del 1200 en
Fez, ciudad de Marruecos.
El Sínodo de Worcester, en el 1240 consideró el juego
llamado “Del Rey y de la Reina ”,
como algo deshonesto, prohibiéndolo a los sacerdotes, bajo pena de severos
castigos.
En el 1274 es en Alemania donde parece ser que “se jugaba” a
estas Cartas. En Leipzig, Alemania, en el 1472, fue impreso un antiguo libreo
llamado “El Juego de Oro”, que describe un juego de naipes que por primera vez apareció en este
país en el 1300. 25 años después, en este mismo país, son encontradas unas
Cartas con ilustraciones de escenas de caza y personajes de la corte. Es en
1329 cuando el juego de las cartas queda prohibido bajo la firma del obispo
Wurzbrug.
En España, todos los juegos de naipes fueron prohibidos por
Juan I Rey de Castilla en el 1387.
Muchos son los tratados de Tarot que nombran
a Jacquemin Gringonneur como introductor de las Cartas en Francia, puesto que
tres juegos de naipes con bellas y vistosas ilustraciones, fueron adquiridos
por Gringonneur para satisfacción de Carlos VI en el año 1392.Un juego de
naipes, completamente artesano, llego a manos del duque de Milán, Philippo
Maria Visconto, en 1422.
Eduardo IV de Inglaterra prohíbe la importación de naipes
extranjeros en 1460.En Italia, en 1465, aparece un Tarot grabado sobre cobre,
al que denominaran como Mantenga.
Transcurrido un tiempo, volvemos a tener constancia de las
Cartas del Tarot gracias a Antoine Court Gebelin (1725-1784), que en el siglo
XVIII, quien describe las Cartas como “el libro que nos ha quedado de los
tesoros perdidos de la biblioteca de Alejandría” en su extensa obra Monde
Primitif (1775-1784).
Debido a las analogías entre las 22 letras de alfabeto
hebreo y las 22 cartas de los Arcanos Mayores, se crea la hipótesis de que el
pueblo de Israel, es quien ha sido el puente de unión entre Occidente y el
antiguo Egipto.
En 1856, en su obra “Dogma y Ritual de Alta Magia”, Eliphas
Levi, gran ocultista francés, cuyo nombre real fue Allfonse Louis Constant
(1810-1875), mantiene que el Tarot es un libro que los hebreos atribuían a
Enoc, los griegos, por su parte, las atribuyen Cadmo, legendario fundador de
ciudades y los egipcios, a Hermes Trimegisto, como comentábamos anteriormente
Independientemente de si su antigüedad ronda los 500 años o
no, o en que parte del mundo fuesen creadas por primera vez, es difícil dudar
acerca de la representación de las figuras y símbolos de los 22 Arcanos
Mayores, que entando vivas desde muy temprana historia, se mantienen hasta
nuestros días, emulando paradigmas del alma.